
Se trata de Arsa, que fabrica los postres y yogures de la cooperativa y también los quesos y leches Lechelita. Anunció que deberá suspender a sus 550 empleados.
La empresa Alimentos Refrigerados SA (Arsa), fabricante
de los postres y yogures de la marca SanCor, planteó la necesidad de
aplicar suspensiones entre sus 550 empleados por el derrumbe de sus ventas.
“En el día de la fecha, autoridades de la compañía
mantuvieron una reunión en el Consejo Nacional de Atilra junto a las máximas
autoridades de dicho sindicato y a delegados representantes del gremio en
nuestras plantas productivas”, informó la empresa, en una nota que difundió
entre trabajadores, clientes y proveedores.
“Esta reunión, que se llevó a cabo por pedido de la propia
empresa, tenía como fin presentar en detalle la crítica situación que la
compañía se encuentra atravesando, en la búsqueda de alcanzar consensos con
dichas autoridades para poder avanzar en alternativas que permitan, a partir de
una reestructuración y reingeniería de los procesos productivos, garantizar la
continuidad de las operaciones de la empresa”, indicó.
Según la noticia publicada por El Cronista, tras la
reunión, la Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea respondió con
amenazas de medidas de fuerza.
La nota describió “un contexto sumamente difícil”, en el que
el “marcado deterioro del poder adquisitivo” condujo a una “gran caída
en el consumo en general y de los productos que elabora nuestra compañía, en
particular”.
“Si bien los postres y yogures que elaboramos son de un alto
valor nutritivo, en el contexto descripto, se ven afectados por una
readecuación en las elecciones de los consumidores”, señaló.
Antecedentes
Arsa tiene más de 550 empleados entre dos plantas. En
Arenaza, provincia de Buenos Aires, produce más de 42.000 toneladas anuales de
yogures, postres, leche y quesos. Ahí trabajan 219 personas. En Córdoba,
fabrica 97.000 toneladas al año de yogures y crema de leche, con 254 operarios.
Alguna vez llamada “la última joya” del Grupo Vicentin, Arsa
es gerenciada desde hace un año y medio por la venezolana Maralac, una de las
principales lácteas de ese país. En diciembre, se presentó en concurso
preventivo, que la Justicia Comercial abrió en abril.
La firma declaró tener 339 acreedores, que suman un pasivo
de $ 49.713,7 millones, a los que hay que sumar otros $ 67.354,1 millones
eventuales por garantías de deudas de terceros, una herencia de cuando adquirió
las líneas de productos de SanCor, en 2016.
Entre las causas de sus males, apuntó contra los controles
de precios que implementó el Gobierno anterior. En especial, el programa
Precios Justos, lanzado en plena campaña electoral, que le provocó una fuerte
reducción de márgenes, en un contexto de caída de ventas del 30% anual para la
empresa.
A ese cuadro, por el congelamiento del consumo que se
produjo tras la asunción del actual Gobierno, las ventas de Arsa cayeron entre
30% y 40% adicional en lo que va de 2024.
“Esta situación, lamentablemente, ha empeorado
significativamente en los primeros meses del corriente año, haciendo inviable
el sostenimiento de la estructura productiva actual, en virtud de lo
cual planteamos la ineludible necesidad de prever un determinado porcentaje de
suspensiones laborales por un margen de tiempo”, explicó el comunicado.
“Esta medida le permitiría a la compañía adecuar la
plantilla activa de empleados a los niveles actuales de producción, necesarios
para responder al nivel de comercialización y ventas que tienen nuestros
productos en el contexto actual”, agregó. Remarcó que la intención de la
empresa es “reincorporar la mayor cantidad posible de trabajadores, de
producirse la recuperación en el nivel de actividad”.
Sin embargo, advirtió que, en la reunión, Atilra
manifestó un “terminante rechazo” al planteo, “amenazando con la implementación
de medidas cuyo resultado, sin duda, no logrará otra consecuencia que agravar
la ya crítica situación de la compañía y de los propios trabajadores a
los que representan”.
Arsa y la relación con SanCor
El Cronista recordó que Arsa nació en 2016 para relanzar el
negocio de postres y yogures de SanCor. En 2019, amplió su portafolio, con la
compra de la marca Lechelita.
En 2022, último balance anual disponible, Arsa tuvo 11% de
share en el mercado de yogures y un 24% en el de postres. Ese año, facturó $
16.461,75 millones y ganó $ 5840,7 millones, después de acumular pérdidas en
los dos ejercicios anteriores. El 55% de sus ventas fueron yogures y derivados;
el 36%, leches y derivados; y el 9%, postres.
En Córdoba también tiene un centro logístico, que compró
para expandir sus actividades y prestar servicios a terceros. En 2022, esta
línea de negocios aportó el 12% de su facturación. Es, hoy, una de las decisiones
estratégicas más cuestionadas puertas adentro del holding.
ARSA tampoco fue ajena a la crisis de SanCor. Las dos
plantas procesan mensualmente 4,5 millones de litros de leche. La incapacidad
de la cooperativa de Sunchales de cumplir con ese volumen de entregas hizo que
ARSA buscara otros proveedores, en un contexto de encarecimiento de precios y
disminución de oferta por la escasez creciente de materia prima para la
industria láctea, debido al continuo intervencionismo en la definición de
precios a los productores.
En la presentación de su concurso, ARSA ya se había referido
a un “sobredimensionamiento de su estructura de capital humano” para su escala
actual del negocio. Fue, de hecho, una de las principales causas del
endeudamiento de los últimos meses, en los que no pudo pagar en tiempo y forma
los sueldos.
“La reacción de Atilra fue extrema. Cuando, desde el primer
momento, se buscó mantener todas las fuentes de trabajo. De hecho, esto fue una
reunión para empezar a hablar sobre cuántos empleados abarcará la suspensión,
por cuánto tiempo y qué porcentaje de sus sueldos cobrarán. Ni siquiera fuimos
con un número definido”, cuentan fuentes cercanas a la empresa.
“Lo cierto es que el único ingreso que tiene ARSA es lo que
vende. Cuando estás en concurso, el único ingreso es la caja”, subrayaron.