El reporte de la consultora Zorraquin + Meneses describe un panorama desafiante para los productores agrícolas en Argentina, donde el clima se presenta como una de las principales preocupaciones en las distintas zonas productivas, afectando tanto a los cultivos de fina (como trigo y cebada) como a los de gruesa (maíz, soja, girasol, etc.), con una humedad limitada al comienzo de la siembra.
La incertidumbre sobre las condiciones climáticas futuras podría ser determinante en el rendimiento final de los cultivos.
Otro factor clave mencionado es el impacto de los precios de los granos y el aumento de los costos en dólares, que hacen que la rentabilidad de las empresas esté en riesgo. La demanda de insumos sigue retrasada, en parte por la espera de una eventual baja en las cotizaciones. Aunque la baja del impuesto PAIS ha impactado ligeramente en el precio de la urea, no ha tenido el mismo efecto sobre los fertilizantes fosforados.
A nivel global, hay inquietud sobre si los precios de los granos han tocado fondo o si aún pueden bajar con la cosecha próxima en Norteamérica. La situación financiera de los productores está muy ajustada, con márgenes casi en cero o negativos. A pesar de esto, los productores no parecen dispuestos a reducir la tecnología aplicada en los cultivos.
En cuanto a las áreas sembradas, se espera una reducción significativa en la superficie destinada al maíz, con estimaciones que varían entre un 10% y 20%, mientras que se proyecta un aumento en las áreas sembradas con soja, girasol y sorgo.
La situación es complicada, con decisiones pendientes en función de las lluvias que podrían cambiar el panorama actual.