La situación relacionada con Dalbulus maidis, conocido comúnmente como la chicharrita del maíz, ha concitado atención en el contexto agrícola argentino.
Según el informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la cosecha de maíz avanza a buen ritmo, con un rendimiento preliminar de 77,9 quintales por hectárea y un aumento en el área cosechada a un 5,4% de las 6.300.000 hectáreas sembradas. Este avance representa una mejora del 3,7% en comparación con el promedio de las últimas cinco campañas.
Sin embargo, el monitoreo de Dalbulus maidis revela un incremento en la presencia de la plaga en muchas regiones del país, especialmente en el noreste argentino (NEA). En esta área, se ha detectado que los lotes de siembra tardía enfrentan mayor presión, lo que exige un monitoreo riguroso y la evaluación de estrategias de control.
En el NOA, un aumento del 18% en las localidades con alta captura de chicharritas se ha registrado, aunque se destaca que en un 80% de los casos, los cultivos ya están en estadios avanzados, lo que minimiza el riesgo de impacto en la producción. En contraposición, en la región Centro-Sur se observó una baja actividad de la plaga, con más del 96% de las localidades sin capturas.
Es fundamental continuar el monitoreo para entender la dinámica poblacional de la plaga y desarrollar estrategias efectivas de manejo. Alejandro Vera, investigador de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) y coordinador de la Red de Monitoreo, enfatiza la importancia de esta vigilancia, incluso cuando los cultivos parecen estar fuera de peligro. Esto es clave para proteger la producción y asegurar la rentabilidad del cultivo.