La situación agraria en el sudeste de Santa Fe y el norte de Buenos Aires es preocupante, especialmente en lo que respecta a la cosecha de maíz temprano.
Debido a la sequía prolongada, que afectó crucialmente el desarrollo de los cultivos durante los meses de diciembre y enero, los productores han tenido que cosechar el grano un mes antes de lo habitual.
Los rendimientos se han visto drásticamente reducidos, con pérdidas que oscilan entre el 30% y el 50%, y los niveles de producción están entre 30 y 80 quintales por hectárea, muy por debajo de lo normal, que suele estar entre 80 y 110 quintales.
La calidad del grano también ha sido un problema, ya que muchos de los maíces cosechados no alcanzaron el grado 100, lo que generará descuentos en sus precios al momento de la comercialización, lo que agrava aún más la situación económica de los productores.
Por otro lado, la soja parece mejor posicionada en comparación con el maíz, especialmente la soja de primera, que ha recibido beneficios de lluvias tardías. Aunque no se esperan cosechas excepcionales, los rendimientos prometen ser buenos a muy buenos. En contraste, la soja de segunda presenta un panorama más variable, con algunos lotes completamente perdidos y otros que han logrado recuperarse de manera parcial gracias a las lluvias recientes. Sin embargo, las expectativas para esta soja de segunda son de alrededor de 15 quintales por hectárea, lo que refleja que la recuperación no ha sido uniforme.
Este contexto resalta la fragilidad de la producción agrícola en la región, evidenciando la presión que las condiciones climáticas pueden ejercer sobre los cultivos y la economía de los productores.